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... SIN DEJAR DE SONREIR ...

Lost in translation

Lost in translation

En ocasiones el amor, tal y como lo conocemos, suele confundirse con la amistad verdadera. Existen amistades imborrables, pero que no duran un suspiro. Creo que todos hemos conocido amigos de esos. Quizá hemos pasado mil horas en compañía de alguien, y a la hora de echar la vista atrás, años adelante, apenas recordamos su mirada. En cambio, podemos decir que dos horas al lado de otra persona han supuesto más de lo que nunca imaginamos.

 

Esto, que quizá sea una perogrullada como otra cualquiera, abarca más de lo que a simple vista parece. De hecho abarca tanto como para ser considerado el guión de una de las consideradas mejores películas de los últimos tiempos (y posiblemente lo sea). El vuelco radical que supone pasar de las interminables diatribas de personajes acerca de la realidad, el futuro, la vida… a sentirlo y decirlo todo con una mirada. La expresividad de Bill Murray y Scarlett Johansson en Lost in translation, no tiene precio. Algunos acusan a la película de abusar de los silencios, de las miradas cómplices… hay críticos empeñados en que un buen guión ha de tener miles de líneas de diálogo. ¿Acaso el silencio bien utilizado no vale más que mil palabras?

   

A lo que iba, ¿quién de los presentes cree que los protagonistas de Lost in translation están enamorados? Yo no. Sinceramente creo que no. Creo que el amor va más allá. Quizá la amistad, la empatía tan impresionante que sienten les lleva a expresar sus sentimientos de un modo que puede confundir. Pero no están enamorados. Se necesitan, se atraen… pero no están enamorados.

 

Hablar de la actuación de Bill Murray creo que es completamente absurdo. Sencillamente vean la película. Dicen algunos que no tiene mérito, “que hace de sí mismo”… bien… salgan a la calle e intenten ser ustedes mismos durante un único día, uno tan siquiera. Es sencillamente espectacular, y creedme si os digo que no soy el mayor fan de Murray.

 

Viendo esta pequeña obra de arte, (en serio, no la esperaba tan buena) comprendes cuando sientes la necesidad de estar con alguien. Que te cojan de la mano, te sonrían cómplices y te digan lo que necesitas oír. Obviamente, si esa persona que necesitas es del sexo opuesto y si además te sientes atraído por ella… la cosa se puede volver difícil. Pero lo defiendo, no es amor.

 

En fin… ved la película y haceros un favor a vosotros mismos… conozco de alguna persona que le vendría bien para diferenciar una cosa de la otra y dejar de fustigarse.

 

…sin acritud…

“Kurt huele a Teen Spirit"

“Kurt huele a Teen Spirit"

La casualidad a veces es una perra traicionera. Un genio de internet (y lo digo en  tono positivo), tuvo la brillante idea de disfrazar el disco In utero de Nirvana bajo un nombre equivocado. Tras la decepción inicial de mi hermana, receptora de la falsificación internauta, me comentó su hallazgo, a lo que respondí con un distraído: "pues no lo borres, a ver que lo escuche".

Bueno, tenéis que entender mi indiferencia. La verdad, con mi edad, y unos gustos musicales ciertamente definidos, no iba a volverme Grunge a estas alturas. La cuestión es que puse el disco. La primera canción que sonó se trataba de All Apologies y en ese mismo momento comprendí que toda la adoración casi irracional que existía en torno a la figura de Kurt Cobain tenía un fundamento palpable. Como buen aficionado a la música que soy, siempre intento escuchar cualquier género y al menos sacar un par de canciones interesantes. Por ejemplo, el heavy, un tipo de música que no... es que no me entra, lo siento, pero aun así he escuchado varios discos de grupos tanto españoles como extranjeros, incluso maquetas, a la caza y captura de alguna canción que me llame la atención. Con Nirvana no tuve ese problema.

Acto seguido me bajé toda la discografía del mítico grupo de Seattle. La devoré en poco tiempo y repasé una y otra vez las canciones que más me marcaron.

Kurt Cobain no cantaba. Se desangraba sobre el micrófono. Es imposible que pueda existir otra persona con ese sentimiento en la voz. Tristemente, el afamado Nevermind fue su principio del fin. Nunca tuvo intención de ser icono de nadie. No le gustaba ser aclamado porque según sus propias palabras: "odio a la gente, es demasiado fácil de querer". Al parecer, el vocalista de Nirvana, creció en un entorno deprimente, rodeado de familiares que lo iban rebotando de casa en casa, padres divorciados, tíos suicidas. Para colmo tenía una condición física lamentable, narcolepsia, dependiente de una droga que le provocaba ataques de euforia, ambigüedad sexual y nadie a quien pudiera llamar amigo. Imaginaos a ese jovencísimo Cobain: no pretendía imponer una moda al vestir, sencillamente él era así. Rompía la guitarra cuando acababan las actuaciones por motivos puramente delirantes, defendiendo absurdas ideas que sus seguidores copiaban sin entender.

Y seguí devorando información. Todo lo perteneciente a Nirvana y al propio Cobain. Y descubrí que murió con la misma edad que Janis Joplin, Jim Morrison y Jimi Hendrix, 27 años. Todavía no se si sabe a ciencia cierta si se suicidó o fue asesinado. Se habla de su mujer, Courtney Love, como una posible instigadora del crimen. Lo único que tengo claro, es que si con algún cantante me puedo identificar (al igual que toda la generación X de la que siempre renegué... curioso) es Curt Cobain.

La juventud desencantada, me viene a la memoria una biografía que leí en internet de Sad Vicious, que murió de sobredosis con mi edad actual, 22 "inocentes primaveras" y pienso en lo relativa que es la edad, en lo rápido que pasa el tiempo. Me tachan de loco por pensar en esas cosas. Queda mucho por vivir, de acuerdo, pero... ¿qué más da postergar lo inevitable rodeado de gente que no te comprende? La vida no es más que una interminable colección de decisiones. Ya lo decían en ese maravilloso retrato que es Trainspotting, "elige una vida, elige un televisor grande que te cagas...". Y, ¿qué importa? Al final todos acabaremos con una pistola en la boca, o despeñados por un barranco, o sujetando la mano de la mujer con quien decidimos casarnos, pensando en las otras miles que podrían ser mejores para nosotros y con una estúpida sonrisa, mezcla de "por fin" y "sólo un ratito más, mamá"...

 

"Sólo hay bien en mí, y pienso que simplemente amo demasiado a la gente. Tanto, que eso me hace sentir jodidamente triste. El típico piscis triste, sensible, insatisfecho, ¡Dios mio! ¿Por qué no puedo disfrutar? ¡No lo sé! Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión. Y recordad que es mejor quemarse que apagarse lentamente."

Fragmento de la supuesta nota de suicidio de Kurt Cobain

Mi lista de reproducción

Mi lista de reproducción

Mi lista de reproducción cambia tanto como lo hace el tiempo en otoño. Del frío a un calor pegajoso e insoportable y viceversa. Se podría decir que entre los 16 y 18 años la música no era más que letra para mí. En mi obsesión compulsivo literaria de la adolescencia tan solo ansiaba escuchar sentimientos, sentimientos tan cercanos como escurridizos: desamor, olvido, odio sincero, insensatez, locura… En mi inocencia de granos y primeras cuchillas de afeitar, entre cigarros que no provocaban tos y peines que robaban los primeros cientos de pelos, me sentía el chico más desdichado del mundo. No tenía ningún recuerdo doloroso, pero cualquier chiquilla en la edad del pavo que mantuviera un breve affaire conmigo se transformaba en la más puta de las damas de noche.

Pero luego todo cambia. Esos sentimientos que buscaba me abofetearon la cara con brutal sinceridad. Me marcaron el rostro y el alma. No quería saber nada de ellos y mi música cambió al compás que mi visión de la vida. Antes me gustaba imaginarme protagonista de una desdichada ruptura, más tarde me gustaba imaginarme que nunca había roto.  Tras mi fase de “mira que eres zorra, anda y que te follen”, de meses atrás, mi lista de reproducción ha vuelto a cambiar. Ahora no se muy bien en que fase me hallo… quizá en ninguna. Y todo esto venía al cuento de recomendaros el bucle de mis últimas semanas: 

-          Puta desagradecida. Enrique Bunbury. Una oda a toda mujer que se precie en cualquier momento determinado, porque, aunque me lastre con el género opuesto… sois malas.

-          Bitter Sweet Simphony. The verve. Sin presentaciones. Sencillamente la canción que tiene que sonar en mi funeral.

-          Como lo tienes tú. Pereza (también con Bunbury). Sobre contradicciones, indecisiones y todo aquello que sazona la vida. Preciosa.

-          Ciudad azul. Los planetas. “Le digo; ha sido divertido, podemos repetirlo”. O como decir: “ya no me acuerdo de ella pero me gustaría poder hacerlo”

-          Medalla de cartón. Fito y los fitipaldis. La mejor canción del último de Fito, sube el ánimo y nos recuerda que quedan buenas bandas.

-          Acabo de llegar. Fito y los fitipaldis. “Y yo, que siempre voy detrás del error”

-          Vamonos p’al Sur. Joaquín Sabina. Retomando orígenes saltó esta canción del maestro, desde entonces no me la sacó de la cabeza (de nuevo). “Cansado de los besos que no me dabas”

-          Dani California. Red Hot Chili Peppers. Sigo buscando mi propia Dani California, los Red Hot y en especial Jonh Frusciante, suenan como nunca.

Sobre ficción, realidad y cartas en llamas

Sobre ficción, realidad y cartas en llamas

Se rumorea, se dice que la Ingrid Bergman de Casablanca era una mujer testaruda, De firmes convicciones, muy metida en su mundo, obstinada y prepotente. También se cuenta que en el fondo era muy dulce. Supongo que a la señorita Bergman le ocurría lo que a todos… la máscara. Al fin y al cabo se trataba de una actriz joven, considerada la más importante del pujante panorama sueco, en la cresta de la ola por así decirlo.

Se cuenta, se sabe que el Humphrey Bogart de Casablanca era un tipo creído, chulo, prepotente e inconformista. Paseaba por los decorados como si fuera el dueño de la película, como si prestara un servicio público por actuar en ella. Posiblemente al señor Bogart no le faltaban motivos para creerse una estrella, de hecho lo era, habiendo participado en películas de la talla de El Halcón Maltés entre aproximadamente otros cuarenta films previos a la obra maestra de Michael Curtiz.

Se comenta que lo único que tenían en común Bogart y Bergman era la consideración de Casablanca como una película del montón, de la que no se sentían orgullosos. La propia Bergman se avino a encarnar a Ilsa tras no encontrar acomodo en ¿Por quién doblan las campanas?Rick e Ilsa destilaban una química especial a ojos de cualquier espectador. Su relación fue, y posiblemente será, una de las más hermosas de la historia. En la última escena, a punto de subir al avión, todos hemos sentido la despedida como si fuera nuestra, con el regusto amargo de París y el irrefrenable rechazo hacia Laszlo por separar a una pareja tan perfecta

Bergman y Bogart no se soportaban…

La sueca no podía con el marcado carácter del americano. Bogart se trataba de la estrella de la película, y como tal lo trataron. La iluminación de Casablanca, estudiada aun en las escuelas de cine debido a su genialidad, consiguió reforzar el atractivo de Bogart y a la vez atenuar la fuerte belleza de Bergman. La actriz rozaba el metro ochenta de estatura, mientras que él apenas alcanzaba el metro sesenta…

Paralelamente al rodaje de Casablanca, una ilusionada Bergman escribió una carta a su director favorito, y puntal de la época, Roselinni, ofreciéndole sus servicios como actriz. Dicha carta se perdió entre el mar de misivas que llegaban diariamente a los estudios del afamado director. El estudio, más tarde estalló en llamas…

aeropuerto, un foco situado estratégicamente, impacta de lleno en la cara de Bergman mientras que Bogart queda sumido en una atractiva semipenumbra. La actriz tiene cuidado al abrazar al americano para no golpearse los tobillos con una plataforma que lo eleva unos 30 centímetros.

En Italia, un abatido Roselinni examina los restos carbonizados de lo que fuera el archivo de su productora, una carta llama su atención, intacta a pesar del fuego que destruyó casi todo.

Rick: Si no subes a ese avión te arrepentirás, quizá no hoy…

… Roselinni abre la carta, una actriz del momento ofrece sus servicios, el excéntrico italiano sonríe.

El avión parte, Rick enciende un cigarro, Bogart suspira para si mismo, por fin acabó aquel horrible rodaje. Ilsa llora en el avión, Bergman vuela feliz hacia Italia.

El resto es historia. Bergman y Roselinni se casan, dando lugar a una de las parejas que más ha dado que hablar en la industria cinematográfica. El quisquilloso mundo de Hollywood no le permitió rodar en EE.UU. hasta que puso fin a la relación con el italiano.¿Cuál de las dos historias es de ficción? ¿Cuál es más romántica?

Supongo que Bergman y Roselinni no contaron con focos estratégicos ni plataformas de treinta centímetros. Muchas veces no nos basta con lo que tenemos delante, no apartamos las cenizas de una carta chamuscada y la leemos. Nos quedamos viendo partir el avión y con estúpida resignación pensamos que siempre nos quedará París.

 

Un círculo perfecto

Un círculo perfecto

Ved Clerks II.

Mejor aún. Ved Clerks y luego ved Clerks II. Es un círculo perfecto. Un principio y un fin, después de ver la segunda no podría entender la primera como una película con su propia conclusión. Es curioso porque la temática me pilla muy de cerca. Creo, sinceramente, que todos los de mi quinta, lo de mi generación, mi grupo. Todos, tenemos un pequeño Kevin Smith en nuestro interior. El constante debate de Clerks, fuera de la impresión que puede ofrecer de película graciosa sin más, se centra en la amistad y en la sociedad.

Kevin Smith no quiere engañar a nadie y no engaña a nadie. Siempre lo ha dicho: "me gustan los diálogos, conozco Jersey: hago películas de diálogos con personajes de Jersey". La Clerks original era, simple y llanamente, unos cuantos amigos hablando de sus cosas. Repito, Kevin Smith no engaña a nadie. Clerks II es, simple y llanamente, unos cuantos amigos hablando de sus cosas, unos amigos que han crecido, que llevan doce años hablando de sus cosas y que se plantean si el rumbo de sus vidas es normal o deberían buscar otras cosas de las que hablar. PUNTO.

Obviamente esta premisa está sazonada con los ingredientes clásicos de las películas de Kevin Smith: chistes guarros, escenas estrambóticas, guiños a sus propias películas, conversaciones frikis (no podía faltar la santa trilogía) y, como no, Jay y Silent Bob. Pero que el atrezzo no nos oculte la parte fundamental de esta película. Amigos hablando de sus cosas.

... es curioso... ¡Qué difícil es hacer una película de amigos hablando de sus cosas y que quede bien!

Ved Clerks II.

Mejor, ved Clerks y luego Clerks II.

Y volver a empezar

Y volver a empezar

Esta mañana de verano atormentado/ me he levantado sin pegar ni un trago… Uno de estos días en los que cuesta, pero realmente cuesta, salir a la calle. Sin motivaciones, claro. “Un día más”, lejos de la simplicidad constante en la que me manejo feliz; es decir, la cervecita de media tarde, la copita nocturna, la charla filosófica de turno y el callado desvelo en el que invento mundos maravillosos.

 

Pero se acaba saliendo, si, por un motivo u otro, a cada cual más absurdo. Te levantas, bostezas, estiras los brazos, miras con asco el despertador, con más asco aun la ropa con la que tienes que disfrazarte y con mucho cariño la almohada que inconscientemente abrazaste la noche anterior. En ese momento, el reojo te traiciona y se posa en el calendario. Tu cabeza nunca ha ido al compás de la realidad, lo sabes, todo se difumina, una sonrisa se escapa y…

 

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… vuelvo a protestar. Ya ni siquiera son palabras, es una especie de gruñido que crece mientras mi cara se vuelve de color púrpura. Pataleo nervioso. Mi madre, en su infinita paciencia, aguanta con estoicidad algún que otro pie enfundado en calcetín nuevo que se estampa contra su pecho. Supongo que pensará que ponerme los pantalones es tarea imposible porque con un resoplido los tira sobre la cama (su cama, en la que estoy al borde del ataque de lágrimas) y se va a la cocina. A los cinco minutos estoy apretando la cabeza contra la almohada, intentando hacerme el dormido y consiguiendo el efecto contrario, despertarme del todo atento a cualquier movimiento. Mi madre me grita para que me termine de vestir y vaya a desayunar, acompaña tan gentil invitación con un nervioso: “o vienes o voy…” y ahora si que termino de despertarme. Desde luego no necesito café para eso, no entiendo porque mis padres si.

 

Ahora estoy en la calle, ya vestido, con mi mochila colgando. De la mano de mi madre voy a mi primera clase de “mayor”. Primero de primaria... jejeje, que gracioso. A mis siete años todo me parece gracioso. Me dicen que soy muy despierto, que tengo mucha imaginación. Estoy siempre leyendo, escuchando historias de mi hermano. Suelo salir a la calle y me invento mundos fantasiosos en un jardincillo cercano a mi casa, una rama es una espada y un arbusto un enorme bosque plagado de monstruos. Esos terribles enemigos no me asustan pero hoy estoy asustado… Un colegio nuevo, compañeros nuevos… siempre me ha gustado estar solo. “Este niño no juega con amigos de su edad”, mi madre, todo el día. “No me gustan”, digo yo. A mi me gusta mi imaginación, mis compañeros de aventuras. La gente de verdad suele ser mala, empujan porque si, no saben leer bien y se ríen de mí porque si sé.

 

Y llego a un enorme edificio. Cientos de niños, que digo cientos, ¡millones! Se empujan unos a otros, alguno cae al suelo y llora. Me da miedo. Aprieto la mano a mi madre y la miro con cara de pena. Ella me sonríe y me deja en la puerta.

 

- ¿Tengo que venir aquí todos los días?

- Si, Manuel.

- ¿Siempre?

- No, cuando seas grande irás al instituto, y luego a la universidad…

- ¿Y luego?

- Pues a trabajar como papá.

- Yo no quiero trabajar.

- Pero para eso falta mucho, tonto.

 

Me deja con un grupo de niños después de intercambiar unas palabras con una señora que me mira brevemente y sonríe, luego me da dos besos y se va. Estoy triste, tengo ganas de llorar porque me quedan muchos años viniendo todos los días a este sitio que no me gusta. Me quedo solo. La señora que hablaba con mi madre ha entrado con todos los niños corriendo detrás de ella… yo no quiero hacerlo. De repente un señor mayor me sujeta por el hombro, me sonríe y me apremia para que entre: “hoy empiezas el cole, ¿no?”. Asiento con la cabeza y ando detrás de mis compañeros, las puertas se cierran y…

 

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… y la voz de tu madre te llama desde la cocina. Apremiándote. Tomas el café con la mirada vacía y una estúpida sonrisa nostálgica en la boca. Antes de salir le das dos besos a tu sorprendida madre. “Ten cuidadito”, te dice. Y sales a la calle.

 

No querías hacerlo, pero no puedes evitar observar a los niños que corren a la escuela, primer día del primer curso. Algunos se retuercen contra las faldas de su madre, otros gritan y saltan. Tu atención se fija en uno, pequeño, con una mochila azul colgando y unos ojos nuevos que no quieren ser estrenados. Los chavales van entrando. Me dirijo hacia el chaval y le empujo suavemente en el hombro: “¿hoy empiezas el cole?”. Asiente…

 

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Y no quieres (no quiero) crecer más.

Grande Fito...

Grande Fito...

Disco nuevo del gran Fito, recuerda a sus raíces "platerianas" en temas como "Medalla de Cartón" y "Viene y va". Aun así sigue la linea del anterior trabajo: "lo más lejos a tu lado", aunque el mismo Fito se haya encargado de negarlo, las canciones "me equivocaría otra vez" o "sobra la luz" continúa la tendencia de canciones tipo: "soldadito marinero", esto es, letas preciosas y música suave con la intención de que las nuevas pijas poppies de la ola "canto del loco" puedan corearlas en los conciertos mientras mojan las bragas.

 Sin duda la mejor canción del disco, pero sin ningún tipo de duda es la ya mencionada "Medalla de Cartón", con ese saxo al más puro estilo Fito, ese solo de guitarra espectacular, esos coros característicos... un temazo donde los haya. Por ahora estoy descubriendo el disco, pero promete muchísimo.

GRANDE FITO

(Todo lo que no se ve/lo que nadie nos contó/lo que se quedó en la piel/la memoria del dolor)

(

No señor, yo siempre fui idiota

No señor, yo siempre fui idiota

Un estreno en EE.UU. ha llamado mi atención. Del creador de Beavies and Butthead, se trata de una película de personajes reales llamada Idiocracia. Un miembro del pentágono bastante imbécil (lo cual no cuesta mucho creer), es enviado al futuro para observar lo que nos depara al ser humano más adelante. Lo que se encuentra es una sociedad completamente idiotizada en la que él resulta ser un lumbreras. Como ejemplo, la película triunfante en ese futuro paralelo se llama Culo y no es más que un plano fijo de un trasero que periodicamente expulsa gases.

Bueno, y te da que pensar, ¿verdad? Da que pensar porque me doy cuenta que no soy el único que opina sobre la inutilidad creciente de nuestra sociedad. Hace poco "el hombre del saco" (ver enlaces) me mandó una entrevista a un "cani" en la que se enorgullecía de su condición, llegando a defender la violencia característica ("O pEgAS pAQUE tE RESPeteN O no te REspETan" o algo así decía el susodicho) de su... raza... La idiocracia en EE.UU. es tan patente como en España, y por extensión, Europa y el mundo. No pido una sociedad filosófica. No pido unos índices de lectura espectaculares. No pido nada de eso, no. Sencillamente un poquito de interés por lo que nos rodea. La socióloga Noelle-Neumann, desarrolló la acertada teoría de la "espiral del silencio", cada vez es más extraño tener opiniones propias por el temor a ser rechazados de la sociedad, nos adherimos al modo de pensar mayoritario, de quienes nos rodean que a su vez se dejan influenciar por las personas más cercanas. Es una espiral en la que las opiniones contrastadas van desapareciendo. Al final quedan dos grandes masas, el blanco y el negro, la derecha y la izquierda, la homosexualidad y la heterosexualidad, el PP y el PSOE...

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 - Y usted, ¿qué planes tiene para el futuro?

- Quiero escuchar reaggeton, tunear mi coche y "dar una vuelta" con mis colegas.

- ¿Y más adelante?

- ¿A qué se refiere?

- ¿Qué planes tiene a largo plazo? ¿Qué opina de la situación de España? ¿Cómo ve la política? ¿Es usted del PP, del PSOE, de Izquierda Republicana? ¿De Fuerza Nueva? ¿Qué opina de la liberación sexual? Para usted, ¿prima más el ocio o el trabajo? ¿Piensa a menudo en su descendencia? ¿Cree en el amor como impulso irracional o cómo la mera influencia de la dopamina? ¿Tiene pensado reflejar sus pensamientos en alguna película, un libro...?

- No señor, yo siempre fui idiota.

Ella

Ella

Te vi sentada en la barra. Con la impaciencia hecha pupila tamborileabas con dos dedos la mojada superficie. Pronto el camarero fue a servirte una cerveza, pagaste con gesto distraído y te centraste en beber en pequeños sorbos. Tu mirada se desdibujaba, ausente, quien sabe si fija en otro lugar o en otro tiempo, o en ambos, o en nada.

La música cambió de tercio. Al absurdo tema de una moderna banda de pseudo pop le siguió una antigua balada. Tu rostro despertó de su letargo y sonreíste, la sonrisa más triste que jamás vi. Hasta ese momento no me di cuenta, pero todo a tú alrededor se difuminaba, se volvía irreal como la calle tras las ventanas en un día de lluvia. Eras el epicentro de la tristeza, el umbral del olvido. Me pregunté si realmente existías o eras tan solo un trozo de recuerdo hecho carne.

Sentía que el tiempo se me esfumaba y decidí apostar contra el destino y contra mi mismo… “si se pide otra cerveza me pongo en movimiento”. De repente todo como en una vieja película, las personas que me rodeaban sin llegar a acompañarme me miraban con una expresión preocupada, la música decreció en fuerza y velocidad, ella se levantó, se tocó el pelo y alzó la mano llamando al camarero.

Cuando volvió a sentarse, un hombre se acercó a ella, penetró la burbuja de irrealidad que la sostenía y se atrevió a dirigirle la palabra. Solo tardó 3 minutos en alejarse derrotado. 

El tiempo apremiaba, a mi alrededor se mantenían conversaciones intranquilas, alguna quizá sobre mí, sobre mi atolondramiento. Un nuevo cambio en la música me hizo actuar. Completamente fuera de lugar comenzaron los acordes de una canción que nunca soñé escuchar en un bar, la canción con la que todos nos quisimos enamorar alguna vez, con la que siempre hemos soñado hablar con ella. Cada uno de nosotros tiene una canción así, y rara vez suena fuera de la soledad de nuestra habitación. Como una señal del destino se escuchaba en ese momento.

 Mis piernas, ancladas al suelo, cobraron vida. Un paso, dos pasos… no pensaba en lo que le iba a decir, sabía que el destino me guiaba, que no había posibilidad de equívoco, que era ella. A mi alrededor, los murmullos se convirtieron en exclamaciones de asombro. “¿Él? ¿Cómo va a hacerlo él?”. Todo era absurdo, inconexo y desconcertante, “él” era yo, y yo nunca lo hacía. Nunca actuaba. No me movía.Pero allá iba… tres pasos, cuatro pasos… y ahí estaba ella. En un segundo, de esos que la vida nos regala en contadas ocasiones, giró la cabeza y sus ojos decidieron librar una batalla con los míos. No se quien ganó… 

-         ¿Hola?- Más que saludar, inquiría. En ese momento me sentía un psicópata, un absurdo, un acosador.

Pensaba que todas las películas del mundo, las canciones, nunca hablaban de lo que sentía el protagonista antes del momento decisivo. Siempre bastaba con la cara del actor o con la guitarra del cantante. Con un coro o con una línea de diálogo todo el mundo se tornaba milagro, la soledad desaparecía y un paso dejaba ver un futuro maravilloso, lleno de cariño y pasión desenfrenada. ¿Cómo explicar aquel instante de desasosiego, aquel sonrojo? Me encontraba delante de ella, todo era perfecto. Allí estaba, mirándome.

 -         ¿Quieres algo?- El momento de la verdad. Ahora si, no podía callarme, era mía. Era ella.

 -         A… ti.- Ella sonrió.

Nerviosa, no respondió en seguida, no se rió. No se levantó y llamó a una amiga para comentar la escena. Tan solo sonrío y se quedó mirándome algunos segundos que se hicieron horas. Era perfecta, yo quería que fuera todo así. Abrió los labios, seguía la sonrisa. “Por favor, dime que puede ser, dime que no soy un loco insensato…”

 -         ¿Sabes? Es curioso.- Habla con tranquilidad, parece como si lo tuviera ensayado.- Llevo viniendo aquí varias semanas, me siento y me quedo sola. Estoy aquí porque nunca pensé encontrar en este tipo de bar a alguien de quien pudiera enamorarme, y vas tú y haces que tenga que buscarme otro bar. 

Bueno… sonreí. Era algo increíble. Ella se levantó y cambiamos dos besos. A los cinco minutos de charla me incliné sobre su rostro y…

 RRRRRRrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrinnnnnnnnggggggggg. ... abro los ojos y mi mano acaricia un lugar vacío sobre la almohada… Me queda pensar que en algún lugar del mundo una chica solitaria y de mirada triste haya sentido un suave roce en la mejilla y pueda sonreír después de mucho tiempo de espera…

 

Manu

Manu

Se dice de aquel que llegado a casa un miércoles a las 2 de la mañana se pone a relatar su insulsa vida ante la pantalla del ordenador.

Aquel que muestra una cara que nunca fue la suya, llena de risas y chistes fáciles, el que siempre se encuentra disponible para un "hazme reír", el bufón, el payaso.

Se dice de aquel que tiene tanto caos interior que hasta los recuerdos escapan de su memoria. De aquel que se emborracha en días alternos, fines de semanas y fiestas de guardar para olvidar algo que nunca llegó a sentir como suyo. Aquel que nunca supo decir: "te quiero" y siempre se acordó de reír ante una desgracia propia.

... aquel que madruga mañana y que se mantiene en catarsis mental gracias a las drogas y al alcohol...

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 Aquel que no pidió crecer.

Sobre paradojas, destino y monedas al aire

Sobre paradojas, destino y monedas al aire

Ayer vi un capítulo de Futurama con un amiga bastante paranoico. Intentaré explicarlo. El profesor Farnsworth creaba una caja en la que se encontraba un universo paralelo. La peculiaridad de ese universo es que las monedas lanzadas al aire señalaban lo contrario que en el universo original, ¿me seguís? Es lioso...

Fry, Bender, el doctor Zoidberg, Leela, el profesor Farnsworth y Amy son llevados a ese universo paralelo y comprueban lo que hubiera sido de ellos mismos si hubieran tomado elecciones contrarias en sus vidas. Elecciones que, a priori, no tenían relevancia alguna. Fry y Leela eran una pareja felizmente casada, ya que ella decidió salir con él echándolo a cara o cruz. El profesor Farnsworth había practicado una ridícula operación en la que se había extirpado y vuelto a insertar su propio cerebro, Amy se había cambiado el color de las uñas de los pies (siniestro....) y Bender había elegido un brillante acabado en dorado de su carcasa. Lo más sorprendente sin duda es lo de Leela y Fry.

Será que yo estoy enfermo, soy demasiado paranoico y le busco siempre tres pies al gato, pero me da por pensar. ¿Y si una de estas ridículas apuestas con nosotros mismos que todos hacemos (del estilo de: "si se toca el pelo, hablo con ella"), hubiera acabado de un modo contrario? Lo digo porque un día me dije a mi mismo, "si se queda a dormir..." y se quedó. Otro día dije: "...si ahora se da la vuelta..." y se la dio. Y en cambio una vez me pregunté: "si dice lo mismo que yo estoy pensando a la de tres..." y se quedó callada.

¿Cómo sería mi vida? ¿Cómo será en un universo paralelo?

¿Y yo por qué me rallo tanto a las 10 de la mañana?

 

Acodado en la barra, fumando y sin dejar de pensar

Acodado en la barra, fumando y sin dejar de pensar

Así se viven determinadas canciones. Las que nos hacen recordar. Las que simulan el guión de nuestra vida. Las que cantamos con voz rota, una sonrisa de oropel y un hondo pesar. Las que siempre nos recuerdan que no fuimos los únicos, que no somos los únicos...

 Aturdido y abrumado
por la duda de los celos,
se ve triste en la cantina
un bohemio ya sin fe.
Con los nervios destrozados,
y llorando sin remedio
como un loco atormentado
por la ingrata que se fue.

Se ve siempre acompañado
del mejor de los amigos,
que le acompaña y le dice:
"ya está bueno de licor".
Nada remedia con llanto,
nada remedia con vino:
al contrario, la recuerda
mucho más su corazón.

Una noche, como un loco,
mordió la copa de vino,
y le hizo un cortante filo
que su boca destrozó.
Y la sangre que brotaba
confundióse con el vino,
y en la cantina este grito
a todos estremeció:

"No te apures compañero
si me destrozo la boca,
no te apures que yo quiero,
con el filo de esta copa,
borrar la huella de un beso
traicionero que me dio."

"Mozo, sírveme la copa rota,
sírveme que me destroza
esta fiebre de obsesión.
Mozo, sírveme una copa rota,
quiero sangrar gota a gota
el veneno de su amor."

"Mozo, sírveme en la copa rota,
sírveme que me destroza
tanta fiebre de obsesión.
Mozo, sírveme una copa rota,
quiero sangrar gota a gota
el veneno de su amor."

La generación post mortem

La generación post mortem

 

Pertenezco a una generación desangelada, inocua, vacía. Una generación compuesta por individuos errantes, sin dirección; con un pasado inútil, un presente vacío y un futuro absurdo.

 

Una generación muerta antes de nacer.

 

Las madres paren a sus hijos sin esperanza alguna. Apenas con la intención de rellenar los vacíos de los que pensaban, reían, soñaban y buscaban un destino mejor. Los de ahora, los de mi generación, tienen en el mundo al alcance de un clic y con eso les basta. Ya no existen gustos musicales, todo es una enorme maraña de mezclas provocada por el reflujo esofágico de la sociedad. La retroalimentación de tendencias. El “ahora aquí y ahora allá”. Es factible escuchar la siguiente afirmación sobre tendencias: “me gustan el reaggeton y los cantautores”, primer gusto para socializarte con la masa, segundo gusto para reivindicarte con la masa. La música siempre ha marcado a la sociedad: del rock transgresivo de los 60 al pop libertario de la movida ochentera, pasando por la despreocupada música disco de los 70. ¿Qué tenemos ahora? Ni tan siquiera música, un simple ritmo de 4 por 4, repetitivo, disonante y artificial, sin melodía. Letras incitando a la vejación de la mujer, vejación que ellas mismas asumen, adoptando el papel de “chica mala” que usa su cuerpo para lograr sus objetivos. Tantos años de lucha y reivindicación del género femenino para llegar a: “quiero alguien que sea malo conmigo, porque yo soy una chica mala…”.

 

Y llegamos a las relaciones interpersonales de la generación post mortem. Se basan en la fugacidad, en el intercambio de los escasos valores poseídos. Una relación así no puede enriquecer a ninguno de los miembros. Sin cultura, sin sensibilidad, sin pensamientos propios. La relación pasa a ser un mero intercambio de fluidos corporales sazonado con actitudes propias de ente primario. Éste que escribe, ha visto con sus propios ojos un rito de apareamiento animal entre dos seres humanos. El cortejo del macho se produce golpeando a la hembra e increpándola con una sarta de improperios, si ella es receptiva al cortejo emite una especie de sonido que pasa por distintas tonalidades graves hasta alcanzar el umbral del dolor en la máxima expresión de la agudeza sonora. No pido un pañuelo bordado con iniciales ni una carta con un par de gotas de perfume entregada personalmente por una aya, pero que menos que superar el instinto básico de reproducción, ¿no?

 

La generación post mortem se divide en diversos estratos sociales. Se mueven por grupos, perfectamente identificados por el corte de pelo y la ropa, y su actividad es ciclotímica, en función de las tendencias socio-culturales que vendan los medios de comunicación. Es asombroso pasear por la plaza de tu ciudad un sábado cualquiera y observar “manadas” de individuos.

 

Muchas veces uno se pregunta a qué generación pertenece. Me niego a pensar que morí antes de nacer, no puedo creer que toda la sociedad en conjunto esté tan vacía como parece. Afortunadamente aun quedan personas que leerán esto y digan: “te comprendo”. Gente que lucha por no caer en un abismo de repetición constante. Gente que piensa, gente que lee. Gente que, a pesar de pertenecer a ella, no se siente parte de la generación post mortem.

Sobre perfiles, mentiras y género humano

Y piensas...

 ¿Compatibilidad? ¿Probabilidad? En un escaso 0,1% de seres humanos que habitan nuestro planeta que llegaremos a conocer, ¿cómo pensar que es ELLA?, la mujer de nuestra vida. La persona con la que queremos despertar cada mañana.

¿Algo que me toca "la moral"? Los perfiles de compatibilidad:

Edad: 22

Género: Masculino

Profesión: Periodista de carnet. Escritor frustrado y bufón no remunerado.

Aficciones: Literatura, cine, música...

Preferencias: .... ¿ELLA?....

............................Procesando.......................

95% de afinidad con Helena J. : 21 años, periodista, aficcionada al cine y pasear, busca un hombre sincero preferentemente.

Y decirle más tarde a Helena J. ¿Qué sientes cuando amaneces resacoso a las 7 de la mañana en la orilla de la playa y das gracias a tu "yo" borracho por llevarte allí?, ¿sueles soñar con escapar del mundo volando por la ventana?, ¿te gusta que te besen en el hombro mientras te quedas dormida?, ¿has llorado leyendo El Principito por enésima vez?, ¿has escuchado La canción más hermosa del mundo y te has sentido vieja e insegura?...

Y ella te responde: NO.

Y piensas que el ser humano es una gran mentira. Que la compatibilidad no existe, que ELLA es una quimera y que mañana será otro día un poco más optimista.

 

Sobre casualidades, amores pasajeros y resacas

Sobre casualidades, amores pasajeros y resacas

Es curioso.

Ayer llegué a casa a las 4 y media de la mañana, cai muerto y resucité a las 3 horas. La versión etílica de Lázaro con "mami" en el papel de Jesucristo y un atolondrado autor de este blog como protagonista. Entre broncas mañaneras y asqueroso café por imposición de mi maltrecho organismo pensé, ¡oh, frase inmortal donde las haya!: "...no salgo más un jueves..." Luego un poco de rutina diaría. Salir a la calle, camino al tajo, cigarrito, mp3 y vueltas a la cabeza. ¿Conclusión? "Los cojones no salgo más..."

Y es que la noche de ayer estuvo bien, muy bien. Me sirvió para reafirmarme en mi mundo de poesía inocua. En el mundo de "ella existe". Frase de un compañero hace tiempo: "estoy seguro que tanto 'la tuya' como 'la mía' están ahora mismo tomando cañas y hablando de nosotros". Y es posible, carajo. ¿Por qué no? El motivo de mi vuelco optimista en cuestiones de amor-deseo-fantasía es una conversación con un gran amigo, con un hermano.

Mi amigo en cuestión se enamoró. Disfrazalo con la palabra que quieras compañero. Enamorado. ¿De qué? De una "ella". Chica atractiva, linda. ¿No hay más? Si. Escribe. Eso, para personas como mi amigo y yo, simboliza mucho más del mero hecho de encadenar palabras con más o menos fortuna literaria. Eso dignifica al género femenino tantas veces maltratado por nosotros, los hombres desafortunados. Es una chica maravillosa porque piensa, lee y expresa. Mi amigo se enamoró. ¿Qué hizo? Aquí viene lo bueno, lo que volcó mi gris afán de espera desesperada. Lo que me dio esperanzas. Se acercó a ella. Una chica con la que había cruzado no más de tres frases y le pidió con total naturalidad su dirección de correo. Luego le escribió. Lo dijo todo, todo lo que sentía de un modo sutil, sazonado con prosa poética. De manera que ella tuviera que indagar, arañar la superficie metafórica hasta encontrar aquello que todos nosotros, los que esperamos desesperadamente, siempre quisimos expresar en una carta.

Ahora supongo que se encontrará en proceso de espera desesperada. Aguardando una respuesta que quizá nunca llegue. Pero él lo hizo, quedan personas así. Encendió su ordenador, se sentó frente al teclado y escribió... con dos cojones.

Por eso saldré el jueves que viene o el siguiente. Porque entre casualidades, amores pasajeros y resacas me encuentro agusto. Porque quedamos personas como mi amigo y como yo que sabemos que a la vuelta de la esquina alguna chica resacosa andará convenciéndose de que el jueves que viene no sale. Y quizá choque con ella algún día, y le pida su correo, y por una vez tenga los cojones de escribir:

"¿Sabes? Casualidades... ayer me tropecé contigo y sin saber como me enamoré para siempre..."

Podíamos ser todo o nada...

Podíamos ser todo o nada...

...pero siempre éramos nosotros. (Campanilla)

La historia de Peter... de Peter Bunning, que no Pan. De un hombre que nunca quiso serlo. Incapaz de echar la vista atrás y recordar sus días pasados. Días de un perpetuo verano, o un interminable invierno, según él mismo quisiera.

Muchas veces me he sentido como Peter Bunning. Me gusta retroceder en el tiemplo en el espacio que dura un pestañeo y plantarme en mis nueve años. Miradme, ahí estoy. Ese chaval rechoncho que da vueltas en la cama, quizá soñando con el último juego para su Nintendo o recordando las andanzas de Frodo y el anillo, que su hermano le contó la noche anterior. Ahora se levanta y olfetea el aire. Las diez de la mañana. Sábado. Su hermano se remueve en la cama a su lado, tardará mucho más en despertar. Con cuidado abre la puerta y sale al salón. Desde la cocina le llegan los conocidos aromas a café y pan tostado. Su hermana menor canta a voz en grito una canción de moda. La mayor está en su cuarto, intentando estudiar un examen que tiene para el lunes. Se escucha la voz de su madre llamadlo a desayunar. Allá va el chaval gordito, coge su vaso de colacao, su rebanada de pan tostado untada en mantequilla y se siente frente a la televisión. Primero Punky Brewster, luego Fraggle Rock, más tarde Spiderman y acabando la sesión matinal Power Rangers. Más tarde ese chaval gordito saldrá a la calle con su vecina y jugarán a aventuras inventadas por él, en las que siempre es un héroe nada gordito pero si muy valeroso. Más tarde suplicará a su madre dinero para alquilar un videojuego y esa noche no dormirá intentando acabarlo.

Pero mucho más tarde tendrá 22 años y le costará recordar a que olían las mañanas de sábado en su pequeña casa mata.

Es por ello que me siento como Peter Bunning. "¡Deja de comportarte como un niño!", "...soy un niño...", "¡pues crece!". Quizá algún día yo diga eso. Todos tenemos nuestro peculiar Capitán Garfio, y creo que un duelo a espada acabaría sucumbiendo. O incluso peor, creo que el reloj del cocodrilo me afectaría a mí más que a él... quien sabe.

Aunque claro. Siempre me quedará una película o un libro que me recuerden que el traje gris me queda demasiado ridículo. Y todavía hoy despierto algún fin de semana oliendo a pan tostado y café. Muchas veces la vida no nos cambia, sencillamente somos nosotros los cobardes que no luchamos por seguir creyendo en nuestra fantasía de niñez.

¡¡¡¡BANGARAN!!!!

Me llamo Guybrush Threepwood... ¡y quiero ser un pirata!

Me llamo Guybrush Threepwood... ¡y quiero ser un pirata!

A nosotros, los que tenemos nuestro hogar en una galaxia muy... muy lejana. Los que acometemos arduas empresas al grito de "¡cabalgad, Eorlingas!". Los que sabemos que una mano bien puede ser sustituida por una motosierra. Los que indicamos que unas escaleran ascendentes... van... pues hacia arriba.

A nosotros, los que despertamos de pesadillas en las que nos quedábamos sin cargas para el lanzaredes. Nosotros los Goonies, en busca del tesoro. Los que volamos en pos de la segunda estrella a la derecha. Los grandes mecánicos del siglo XXI, que conocemos a la perfección la herramienta idónea para parar una cascada, por supuesto, un mono que toca el organillo.

Los que nos disfrazamos de tentáculos púrpuras en una mansión maniaca. A los que la casa al lado del cementerio... nos atraía... y nos asustaba. Los que sufrimos de temblores, de aracnofobia, de plagas de pirañas, murciélagos, arañas gigantes. Nosotros los que vencimos a una bruja malvada con un truco de mago de pueblo y una nuez mágica. Los que gritábamos Beetlejuice varias veces y esperábamos que algo pasara. Los que siempre buscamos el maldito condensador de fluzo en el coche, pero nunca sabremos cuando caerá un rayo.

Nosotros los que siempre quisimos tener a Gizmo de mascota. Los que nos preparábamos para una invasión de Creeters o de payasos asesinos desde el espacio. Nosotros los que sabemos que las gafas rotas se pueden arreglar con un simple "oculus reparo". Los que nunca entenderemos como Jane Gray podía elegir a Cíclope y no a Lobezno. Los que sabemos que Perseguido se basa en un cuento de Stephen King... los que sabemos que Richard Bachman ES Stephen King. Los que lloramos con el niño de la flauta. Los que nos cabreamos con "Thank you, Mario, you´re quest is finished - GAME OVER". Los que vimos la película de Mario Mario y Luigi Mario... y aun así seguimos vivos. Los que llegamos a hacer el Final Combo con Fulgore (¡75 golpes!). Los que podíamos pasar horas con "media luna hacia delante y puñetazo fuerte... ¡AYUKEN!"

Los que siempre miramos bajo la cama y dentro del armario antes de dormir. Los que gritamos: "hacia el infinito y más allá". Los que hablamos en balleno. Los que sabemos de memoria algo que empieza: "yo soy... el rey... burlando emboscadas..." y algo más que acaba: "...bella y bestia son". Los que nos concentrábamos buscando una onda vital hasta ponernos de un amarillo preocupante. Los que pensabámos que Andrómeda era marica y Fenix un chulo putas. Los que nunca entendimos porque cuando el equipo rival hacía la técnica de "la jaula".... Oliver sencillamente no la pasaba. Los que crecimos con los Seaver, los Wisllow, Zack Morris y los vigilantes de la playa... pero también con Punky Brewster, la inexplicablemente hortera Blossom y ese médico que vivía en Alaska y que yo recuerde nunca nos dignamos a ver.

Nosotros los que sabemos de memoria la sintonía del Equipo A, de Falcon Crest, de Fama, de Vacaciones en el Mar, del Coche Fantástico... y que entre todos no habremos visto más de 5 capitulos de cada una. Los que sabemos que Kit tiene un hermano malo con el original nombre de Kat al que vencieron con.... ¡un retrovisor!. Los que lloramos las dos primeras veces que superman moría pero a la tercera queríamos enterrarlo.

Los que vimos 5 ó 6 partes de Viernes 13, 7 u 8 de Halloween y 2 ó 3 de Porkys. Los que aun hoy soñamos con un rostro desfigurado, un jersey a rayas y una mala manicura... los que tuvimos un muñeco idéntico a Chuky y con el que no podíamos dormir cerca de nuestra cama.

Los que fuimos alguna vez el capitán salivazo o el maestro de la flema.

Los que queremos ser piratas.

A todos nosotros, los incomprendidos, los "raros". Los que tenemos un curioso callo en el pulgar de la mano izquierda. Los que sufrimos de vista cansada desde los 15 años. A todos los que nos criamos en los recreativos de la esquina y en el salón de casa. Los que escuchamos: "dejame una vida que te la paso" y sabíamos que no se la pasaba. Los que gritábamos: "¡date prisa que viene el hurry!". Los que íbamos al colegio con ojeras porque la película del día anterior a las 11 de la noche era buenísima. A todos os digo:

"Que la fuerza os acompañe"

... y con eso creo que basta...

Hay veces...

Hay veces...

Hay veces en las que no quieres nada más que cerrar los ojos... ocasiones en las que el mundo se te antoja demasiado injusto, demasiado agotador... un valle de lágrimas que diría alguien. Veces en las que tu única compañía se llama soledad y en las que una habitación vacía simula la realidad absurda de tu vida. Paredes sin escapatoria, nada nuevo bajo el sol... en ocasiones ni tan siquiera sol.

Y faltan cojones, faltan cojones para mandarlo todo a la mierda. Coger el primer autobús con las cuatro miserables perras que reservabas para una borrachera especial y largarte adonde te lleve, da igual el destino, solo importa el viaje. Falta valor para decir: "hasta aquí basta", acabar con tu absurda vida e intentar mejorarlo todo. Tan solo cierras los ojos, tragas saliva y callas.

Hay veces en las que los días son mellizos paridos por la melancolía. Uno tras otro, siempre igual. Sin vuelta de hoja. Te conviertes en una repetición continuada de tí mismo, no tienes acicate, aliciente, llamadlo como queráis. Hay ocasiones en las que escribirías una carta de despedida a cada persona que te ha importado, dirías: "me voy del mundo como vine a él, llorando" y saltarías por la ventana del mismo modo cobarde que no lo haces.

Tantas veces que cortarías tus venas en forma de T... cuando nada tiene sentido, cuando todo es inocuo, vacío, inútil. Cuando la realidad no es más que el desgajado retazo de lo que un día fue un lienzo sin pintar. Muchas ocasiones... cuando te tumbas en la cama y comienzas a dar vueltas, dándote pena a ti mismo. Cuando el reloj del salón repiquetea en las 4 de la mañana y tu sigues despierto, con los ojos como platos, incapaz siquiera de soñar.

Muchas veces en las que desearías no ser más que un mal sueño del que, tarde o temprano, alguien despertará.

Verdades como puños, filosofeo de arrabal, hermanos brothers

Verdades como puños, filosofeo de arrabal, hermanos brothers

Escena... cualquier bar, cualquier rincón, cualquier calle. Una esquina, una plaza, en fin... lo de siempre. Dos amigos. Una cerveza, un par más en el cuerpo, ¿un cigarro? Vamos a echarlo.

F: Lo que te diga, todas quieren ser Amelie y todas son unas putas...

M: Si, no hay otra.

F: No lo entiendo tio.

M: Son putas y ya.

F: No, si en el fondo yo creo que las tías son como los tíos.

M: Si, solo que ellas calientan al personal y nosotros no podemos.

F: Pos podían pasar de eso.

M: Podrían pero no lo hacen... si yo lo que quiero ya es tranquilidad, una novia normalita, un sofá...

F: Si, pero tu eres gay.

M: Ojalá lo fuera.

F: Tu madre cree que si.

M: ¿Ah, si?

F: Si, me lo dice cuando me la follo por las noches.

M: Pues ya la tienes que aburrir pa hablar de eso

Suena la canción de siempre, en el momento de siempre, otra cerveza que esto hay que escucharlo en condiciones, otro cigarrito, como no.

M: Pues yo voy a morir virgen.

F: ¿De la oreja izquierda, no?

M: No, es que ya después de tanto tiempo uno vuelve a ser virgen.

F: Eso nos vamos de putas y ya está.

M: De putas... pffff...

F: Si al fin y al cabo son todas unas putas

M: Eso si...

F: Pero fijate, na más que hablamos de ellas.

M: A mi me está dando la bajona.

F: Pues hoy le lloras a tu madre, gay.

M: ¿Gay? Ojalá lo fuera.

F: ¿Una cervecita?

M: Mu rico.

... y volver por la mañana y ver que sale el sol...

Y me juró que por mí no iba a cambiar

Y me juró que por mí no iba a cambiar

Si me ves cambiar la luna

Por la luna de un Mercedes,

Un chapoteo cuando llueve

Por un vermú y aceitunas.

 

Si rechazara el abrazo

De un amigo en un garito,

Y lo mutara en el rito

De “la tele mola mazo”

 

Mis verdades como puños

Por tu falsa sutileza,

tu venturosa certeza

por el “quizá” que acuño.

 

Tu asquerosa podredumbre

De marcas y don dinero,

Por el calor tan sincero

De un cigarro y una lumbre

 

Tu inevitable consumo

De todo lo consumible,

Por el ahorro inservible

Del ahorrar no más que humo

 

Tu más reciente manía,

de comprarte hasta la raba,

por mi archiputa esclava

llamada melancolía.

 

PD: Si cambio mi yo por ser tú en un futuro cercano,

       Y me encuentras por la calle preso de los suspiros,

       Rogarte puedo, y lo haré, que no me tiendas la mano,

       Tan solo carga tu arma y, con razón, pega un tiro.

 

Dedicado a la viva memoria de Don Antonio Lozano García, para que alivie un poco su mochila

 

Corrimos por Madrid/ detrás de algún balón, bebimos en los bares hasta perder el control/ quemamos el motor/ volvieron a crujir las vías de trenes ... / inluso nuestras diferencias/ congeniaban como dos gotas de agua... de agua/ cuando éramos reyes.