Sobre casualidades, amores pasajeros y resacas
Es curioso.
Ayer llegué a casa a las 4 y media de la mañana, cai muerto y resucité a las 3 horas. La versión etílica de Lázaro con "mami" en el papel de Jesucristo y un atolondrado autor de este blog como protagonista. Entre broncas mañaneras y asqueroso café por imposición de mi maltrecho organismo pensé, ¡oh, frase inmortal donde las haya!: "...no salgo más un jueves..." Luego un poco de rutina diaría. Salir a la calle, camino al tajo, cigarrito, mp3 y vueltas a la cabeza. ¿Conclusión? "Los cojones no salgo más..."
Y es que la noche de ayer estuvo bien, muy bien. Me sirvió para reafirmarme en mi mundo de poesía inocua. En el mundo de "ella existe". Frase de un compañero hace tiempo: "estoy seguro que tanto 'la tuya' como 'la mía' están ahora mismo tomando cañas y hablando de nosotros". Y es posible, carajo. ¿Por qué no? El motivo de mi vuelco optimista en cuestiones de amor-deseo-fantasía es una conversación con un gran amigo, con un hermano.
Mi amigo en cuestión se enamoró. Disfrazalo con la palabra que quieras compañero. Enamorado. ¿De qué? De una "ella". Chica atractiva, linda. ¿No hay más? Si. Escribe. Eso, para personas como mi amigo y yo, simboliza mucho más del mero hecho de encadenar palabras con más o menos fortuna literaria. Eso dignifica al género femenino tantas veces maltratado por nosotros, los hombres desafortunados. Es una chica maravillosa porque piensa, lee y expresa. Mi amigo se enamoró. ¿Qué hizo? Aquí viene lo bueno, lo que volcó mi gris afán de espera desesperada. Lo que me dio esperanzas. Se acercó a ella. Una chica con la que había cruzado no más de tres frases y le pidió con total naturalidad su dirección de correo. Luego le escribió. Lo dijo todo, todo lo que sentía de un modo sutil, sazonado con prosa poética. De manera que ella tuviera que indagar, arañar la superficie metafórica hasta encontrar aquello que todos nosotros, los que esperamos desesperadamente, siempre quisimos expresar en una carta.
Ahora supongo que se encontrará en proceso de espera desesperada. Aguardando una respuesta que quizá nunca llegue. Pero él lo hizo, quedan personas así. Encendió su ordenador, se sentó frente al teclado y escribió... con dos cojones.
Por eso saldré el jueves que viene o el siguiente. Porque entre casualidades, amores pasajeros y resacas me encuentro agusto. Porque quedamos personas como mi amigo y como yo que sabemos que a la vuelta de la esquina alguna chica resacosa andará convenciéndose de que el jueves que viene no sale. Y quizá choque con ella algún día, y le pida su correo, y por una vez tenga los cojones de escribir:
"¿Sabes? Casualidades... ayer me tropecé contigo y sin saber como me enamoré para siempre..."
2 comentarios
eduardo -
Luu Flores -