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... SIN DEJAR DE SONREIR ...

Podíamos ser todo o nada...

Podíamos ser todo o nada...

...pero siempre éramos nosotros. (Campanilla)

La historia de Peter... de Peter Bunning, que no Pan. De un hombre que nunca quiso serlo. Incapaz de echar la vista atrás y recordar sus días pasados. Días de un perpetuo verano, o un interminable invierno, según él mismo quisiera.

Muchas veces me he sentido como Peter Bunning. Me gusta retroceder en el tiemplo en el espacio que dura un pestañeo y plantarme en mis nueve años. Miradme, ahí estoy. Ese chaval rechoncho que da vueltas en la cama, quizá soñando con el último juego para su Nintendo o recordando las andanzas de Frodo y el anillo, que su hermano le contó la noche anterior. Ahora se levanta y olfetea el aire. Las diez de la mañana. Sábado. Su hermano se remueve en la cama a su lado, tardará mucho más en despertar. Con cuidado abre la puerta y sale al salón. Desde la cocina le llegan los conocidos aromas a café y pan tostado. Su hermana menor canta a voz en grito una canción de moda. La mayor está en su cuarto, intentando estudiar un examen que tiene para el lunes. Se escucha la voz de su madre llamadlo a desayunar. Allá va el chaval gordito, coge su vaso de colacao, su rebanada de pan tostado untada en mantequilla y se siente frente a la televisión. Primero Punky Brewster, luego Fraggle Rock, más tarde Spiderman y acabando la sesión matinal Power Rangers. Más tarde ese chaval gordito saldrá a la calle con su vecina y jugarán a aventuras inventadas por él, en las que siempre es un héroe nada gordito pero si muy valeroso. Más tarde suplicará a su madre dinero para alquilar un videojuego y esa noche no dormirá intentando acabarlo.

Pero mucho más tarde tendrá 22 años y le costará recordar a que olían las mañanas de sábado en su pequeña casa mata.

Es por ello que me siento como Peter Bunning. "¡Deja de comportarte como un niño!", "...soy un niño...", "¡pues crece!". Quizá algún día yo diga eso. Todos tenemos nuestro peculiar Capitán Garfio, y creo que un duelo a espada acabaría sucumbiendo. O incluso peor, creo que el reloj del cocodrilo me afectaría a mí más que a él... quien sabe.

Aunque claro. Siempre me quedará una película o un libro que me recuerden que el traje gris me queda demasiado ridículo. Y todavía hoy despierto algún fin de semana oliendo a pan tostado y café. Muchas veces la vida no nos cambia, sencillamente somos nosotros los cobardes que no luchamos por seguir creyendo en nuestra fantasía de niñez.

¡¡¡¡BANGARAN!!!!

2 comentarios

Imsai8080 -

Felicidades por el blog.Me encanta tu forma de escribir y coincido plenamente con tu forma de ser.Me siento muy identificado y parece que estuvieras describiendo mi vida.

Como yo siempre digo...¿Para que crecer , para convertirse en un adulto gris más?. Nah, prefiero ser un niño

Un salu2

Logaran -

BANGARAN!!!!!!!!!

¿Sabes? no te olvides nunca que tu eres uno de mis pensamientos felices, esos que te hacen volar.

...bien es cierto que a veces volar duele.