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... SIN DEJAR DE SONREIR ...

^Mientras un servidor

Se dice de verdades como puños, sutilezas encubiertas, absurdo orgullo, miedo, deseo… canciones de Sabina. 

"¿Qué adelantas sabiendo mi nombre?

Cada noche tengo uno distinto

y siguiendo la voz del instinto

me lanzo a buscar".

 

"Imagino, preciosa, que un hombre".

 

"Algo más, un amante discreto

que se atreva a perderme el respeto,

¿no quieres probar?

Vivo justo detrás de esta esquina,

no me acuerdo si tengo marido,

si me quitas con arte el vestido

te invito a champán".

 

Le solté al barman mil de propina,

apuré la cerveza de un sorbo,

acerto quien "El templo del morbo"

le puso a este bar.

 

Peor para el sol

que se mete a las siete en la cuna

del mar a roncar

mietras un servidor

le levanta la falda la luna. 

 

Al llegar al portal nos buscamos

como dos estudiantes en celo.

Un piso antes del séptimo cielo se abrió el ascensor.

Nos sirvió para el último gramo

el cristal de su foto de boda,

no faltó ni el desfile de moda

de ropa interior.

 

"En mi casa no hay nada prohibido,

pero no vayas a enamorarte,

con el alba tedrás que marcharte

para no volver,

olvidando que me has conocido,

que una vez estuviste en mi cama,

hay caprichos de amor que una dama

no debe tener"

 

"Es mejor" le pedí, "que te calles.

No me gusta invertir en quimeras,

me han traído hasta aquí tus caderas,

no tu corazón". 

 

Y después, para qué más detalles,

ya sabéis, copas, risas, excesos.

¿Cómo van a caber tantos besos

en una canción?

 

Volví al bar a la noche siguiente

a brindar con su silla vacía,

me pedí una cerveza bien fría 

y entonces no sé

si soñé o era suya la ardiente

voz que me iba diciendo al oído:

"Me moría de ganas, querido,

de verte otra vez".


 

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